He ido hacia la Ishimura con la piel de la nuca erizada. Esto es una locura desde el minuto uno: ya se ve que voy a sufrir como una perra. La Ishimura se siente casi como la recordaba… pero con menos sangre. Todo está limpio y lleno de materiales de construcción. Eso sí, los agujeros de disparo y las marcas de los necromorfos siguen ahí, recordándome que esto no va a ser un paseo por el parque.
Mi primera misión: activar el generador de la nave. Fácil, ¿verdad? JA. Esto parece un Call of Duty versión espacial. Entre disparos, carreras, gritos y visiones de mi novia —que, por cierto, no quiere hacerme una chupipaja ni en mis alucinaciones—, he sudado más que en un gimnasio durante un maratón de Zumba.
Pero lo peor… fue lo de Ellie. Stross se ha roto mentalmente del todo y ha atacado a Ellie. Ni idea de cómo acabó la cosa, pero vaya nivel de locura.
Después de encender la nave, he usado una cápsula de escape y he llegado a lo que parece una mina llena de pringue por el suelo. Y por si no había suficiente, recibo una llamada de Stross, que va con un puto ojo clavado en un destornillador. Vaya pedazo de cabrón.
Así que sí, la cosa pinta muy mal. Entre locuras, necromorfos y compañeros que pierden la cabeza, parece que el sufrimiento está garantizado. Pero, como siempre, aquí estoy, sobreviviendo y narrando cada momento para que tú no tengas que pasar por esto.
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