Dead Space 2. Entrada 3. Compras, niños rata y bebés kamikazes: turismo extremo en la zona comercial
Llegué al centro comercial con la esperanza de encontrar algo de vida… y vaya, estaba lleno. Lleno de gente… pero descuartizada. Fantástico. Obviamente, el juego no permite hacer pillaje, así que nada de mirar escaparates: a lo mío, que sobrevivir requiere más que estilo.
Lo primero que me sacó una sonrisa torcida fueron los niños necromorfos. Atacan en manada, pero son tan débiles que parecía que jugaban a “sácame del medio si puedes”. Tras enseñarles quién manda con la cortadora de plasma, continué mi camino hacia la iglesia de la Uniología.
Pero antes… la guardería. Sí, la guardería. Si los niños rata del espacio fueron locura, los bebés kamikazes se llevan la palma. Cada vez que uno saltaba, juraba que el corazón me daba un vuelco; angustia pura, nivel “quiero un vaso de whisky y desaparecer de la galaxia”.
Después de sobrevivir a esa pesadilla de cuna, el resto fue casi coser y cantar… hasta que me confié. (Iluso yo, ya veréis lo que me esperaba más adelante).
Ahora escribo esto desde la iglesia de la Uniología, cubierto de sangre ajena, con la cortadora todavía caliente y preguntándome si alguna vez volveré a ver un bebé sin pensar en explosiones.
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